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1.30.2012

EL LENGUAJE FALLA


En mis publicaciones anteriores he hecho referencias (y críticas) al Lenguaje, diciendo que “el lenguaje falla”, “el lenguaje no alcanza a decirlo todo”, etc., hoy quisiera ampliar un poco esos conceptos para ver “si nos entendemos”.
Una de las características más significativas del lenguaje, es la multiplicidad de significaciones que posee cada palabra, tantas diferentes interpretaciones, variados orígenes etimológicos y significados, que a veces de solo pensarlo da para preguntarse cómo es que de verdad nos comunicamos, o más bien ¿nos comunicamos?
Un pequeño ejemplo. Entre el repertorio de palabras que poseemos en el idioma español, gran parte de ellas se pueden complementar con prefijos, uno que pareciera interesante analizar acá es el prefijo “des”, que en ocasiones podría tener la connotación de la negación o inversión del significado, por ejemplo en “des-contento”, sin embargo en “des-nudo” tenemos una variante. Del latín Nudus se desprende el significado etimológico de “sin ropa”, por lo que el des-nudo debiera remitir a la negación o inversión del “sin vestido” o sea a “vestir”, pero como ya vemos, no es así en nuestro uso actual, ya que “desnudo” remite a “sin ropa” o “en pelos” (“en pelota” como se diría hoy en lo cotidiano).
Por otro lado, el lenguaje, posee una característica que complejiza más las cosas, y es que el lenguaje no tiene la capacidad de decir lo Real, agotar la significación de las cosas es imposible. Pensémoslo de esta manera, ¿ha intentado describir el sabor de una fruta a alguien que no ha comido esa fruta?; ¿ha intentado dar indicaciones para llegar a una dirección, por teléfono?; cuando vamos al médico y tratamos de describir las molestias físicas, para dar con el lugar de la molestia debemos señalar en nuestro propio cuerpo “dónde duele”, para decir cómo duele usamos frases clásicas como: “amanecí con la espalda tomada” o comparaciones como “duele más que…”, en fin. Si está en los planes amorosos de un sujeto una “declaración de amor” a un otro la tarea se hace más compleja, conceptos como “amor” y las sensaciones físicas asociadas a ello como “mariposas en el estómago” o regalar “el cielo y las estrellas” también son útiles en esos momentos.
En definitiva, lo Real, el mundo, la vida, no se puede decir en palabras.
Cuando un bebé humano nace, el lenguaje le precede, ya existe. Y el bebé lo recibe desde sus cuidadores, o sea la familia, la madre, el padre, etc. es decir: el Otro, con mayúscula, el gran Otro, aquel que el recién nacido cree poseedor de todos los significantes, de todas las palabras, aquel que lo puede decir todo.
El bebé al nacer no posee aun lenguaje, por lo que su percepción del mundo está limitada al campo de lo imaginario frente a lo real, sin posibilidad de simbolizar aun lo que le rodea. Sólo imágenes y sonidos llenan su psiquis, pero evidentemente su cuerpo también provoca sensaciones, incomprensibles al comienzo, pero con el paso de los primeros momentos de vida ya es suficiente para distinguir, al menos algunas, en categorías básicas como de confort o incomodidad.
Para el momento en que el bebé logra comprender el lenguaje, ya identifica una serie de necesidades básicas en su organismo que ahora, gracias a sentirse en condiciones de expresar sus ideas verbalmente, podrá pedir que le ayuden a satisfacer, pero ahí el desafío recién comienza.
Sus necesidades básicas son imposibles de describir en palabras, cuando la necesidad se convierte en demanda, algo de lo Real de esas necesidades queda sin decirse, queda perdido y es ahí donde se comienza a lidiar con esto tan complejo e ineficiente como es el Lenguaje. Sólo las convenciones permiten comunicarnos, nos ponemos de acuerdo en qué significa cada cosa, pero parece que olvidamos que en definitiva cada quien puede dar la interpretación que quiera a cada cosa.
Para finalizar quisiera hacer una propuesta: La próxima vez que tenga un mal entendido con alguien, antes de comenzar a discutir pregúntese por un minuto ¿Qué me habrá querido decir en realidad?.
Claudio Lira Quezada

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